jueves, 22 de marzo de 2012

Desastre natural 3a. y última parte

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En la oficina

El trolebús avanza rápidamente por la avenida Félix Cuevas. El sol arranca destellos de los anuncios publicitarios hiriéndole la vista e ilumina los edificios de un multifamiliar. Es mediodía y el calor es agobiante. Margarita se apea del trolebús en la esquina de la avenida Patriotismo, y unos pasos adelante se sube a un microbús para no caminar las cuatro calles que la separan del edificio de oficinas donde presta sus servicios.

_¡ Ay, mejor no vengo! –Alcanza a oír el comentario de su compañera de escritorio._
_¡Marga que bueno que llegó! –Dice su jefe con alivio._¿Qué le pasó? _La inquiere con cara de preocupación._
_¿Se acuerda que le avisé que tenía cita con mi médico? _Dice Margarita a manera de justificación._
_No, no recuerdo. Pero ya llegó y eso es lo que cuenta. ¡Ah! tenemos que entregar el informe para el jefe del departamento hoy mismo.Tenga. _Le da varios expedientes._
_Es la documentación que falta de analizar para integrar el informe. Fotocopie lo más importante y lo demás me lo devuelve para regresarlo al archivo ¿entendido?_  Sin esperar respuesta agrega._ Póngase de acuerdo con Lucy para coordinar las cargas de trabajo y me lo presenta en cuanto lo tengan listo para darle una revisada, ¿Si? Marga, me urge; por favor, échele ganas porque no quiero que nos presionen allá arriba ¿O K.? _Señalando con el pulgar hacia los pisos superiores._
_Sí, licenciado. ¿Le puedo pasar mi comprobante de consulta médica para justificar mi entrada?
_Sí, Marga, no hay problema. Ahora voy con el director pero déjelo con mi secretaria para que lo firme cuando regrese. Y apúrele con el informe.
_Sí, licenciado.
Después de haber clasificado y fotocopiado los documentos, y una hora después de estar ante su computadora, se acerca Lucy.
-¿Qué onda? ¿Cómo te fue con el ogro? ¡Ay no! _Exclama frunciendo el ceño al observar muchos más papeles inundando el escritorio._
_ ¡Ya nos dejaron chamba para todo el día! ¡Pero ni creas que me voy a ir más tarde, ¡Eso sí que no! Hoy es viernes y quedamos de ir a la botana! O qué ¿ya se te olvidó?
_No Lucy ¿Cómo crees? al fin y al cabo ya me tomaron la muestra de sangre y te juro que la famosa dieta ya me tiene hasta la madre, así que ponte las pilas para terminar esto porque al rato nos vamos en punto de la hora. _Viendo su reloj_ ¡Qué barbaridad! ¿Ya viste qué hora es? ni con un milagro lograremos terminar a tiempo.
_Lo siento por ti. _Dice Lucy con tono de sarcasmo. _Por que yo no pienso quedarme ni un minuto extra. ¡Te lo advierto! Mira, soy capaz de adelantarme con las muchachas y cuando termines nos alcanzas ¿Cómo ves?
Margarita entornando los ojos y con un tono de complicidad, le acerca su bolso animándola a marcharse.
_Pensándolo bien mi Lucy, ya son casi las tres y no creo que sea mala idea que se adelanten, así me van pidiendo una cubita y me apartan botana antes de que se termine. ¿Te parece?
_De verdad. . . Marga. . . ¿No te importa que me adelante con las demás? ¡Es que me muero de hambre!
_¡No hombre! De verdad, mira, con las fotocopias que me diste ya tengo muy adelantado el informe, además me siento menos culpable que si te quedas conmigo pasando hambre. Anda vayan que yo las alcanzo luego.
_¡Que conste en actas! _Esbozando una gran sonrisa al tiempo que guardaba apresuradamente sus pertenencias en el cajón del escritorio._
_ No llegues muy tarde ¿eh? ya sabes que tengo que llegar temprano a mi casa si no, se me arma la bronca.
_ Sí claro, no te preocupes, yo tampoco quiero llegar muy noche, ya sabes como es mi marido, pero si veo que no termino a buena hora te llamo para que no me esperen ¿O K?
_Allá tú. _Dice Lucy frunciendo la nariz,dando media vuelta y dirigiéndose a los elevadores, caminando de prisa y sin dejar de hablar._Siempre nos haces lo mismo. Ya deberíamos estar acostumbradas. Como si te pagaran horas extras. Y luego te quejas de que no te tomas un respiro._
Las últimas palabras sonaron a lo lejos ininteligibles y Margarita, ya concentrada en su trabajo, tampoco las escuchó.

Un par de horas más tarde, el gruñido de su estómago la vuelve a la realidad.
_¡Oh Dios! _Viendo su reloj piensa en voz alta._ Ya no les hablé a estas mujeres, ¡el lunes no me la voy a acabar! y todavía me falta sacar las conclusiones de las metas alcanzadas. Bueno, viéndolo positivamente, no rompí la dieta, así que voy a llamar a mi casa para que me esperen a cenar. Al momento de decir esto, se levanta de su lugar y camina hacia el teléfono más cercano para marcar a su casa, observando también que es una de las pocas personas que quedan en la oficina.
Para estas horas su hija mayor ya llegó a casa después de la universidad.
_¿Bueno? ¿Gaby? Si estoy en el trabajo todavía. No, no he terminado, ¿Tu hermana ya hizo la tarea? Ajá. . . ¿Y tu papá ya llegó? No, no me lo pases, sólo dile que voy a llegar más tarde. Y dile a tu hermano que no olvide tomar su medicamento para la alergia. ¡Ah! se me olvidaba, ¿Quedó algo para la cena? ¡Mmm que rico! Me lo guardas. Gracias chiquita. Nos vemos como a las nueve. Si lo siento pero, el tránsito está inmundo los viernes y no creo llegar antes de esa hora. Bye.

Pasados unos minutos, ya de regreso en su lugar, y fijando nuevamente la mirada en el monitor de su computadora, un leve mareo la saca de concentración.
_¡Qué cansada estoy! Dice para sí
_Y tengo tanta hambre que siento que se me mueve el piso. Lo bueno es que ya estoy acabando. ¡Ay que mareo! _Poniéndose de pie se sostiene de la mampara para no desvanecerse._
_¡Margarita! _Grita su jefe saliendo apresuradamente de su privado. _¡Está temblando¡ !Rápido, deje inmediatamente lo que está haciendo y vamos a la zona de seguridad! No usemos las escaleras, hasta que cese el movimiento ¡Vamos!_
Aturdida por su malestar, sin comprender totalmente lo que estaba sucediendo, se sostiene del respaldo de la silla para no caer y trata de tomar su bolso. Un Crujido la distrae y voltea para ver como los garrafones de las tomas de agua se tambalean amenazadoramente a la vez que se desprenden algunos plafones del techo y comienzan a caer al lado suyo, mientras busca con la mirada donde guarecerse, los segundos parecen eternizarse.
Entre la confusión y los gritos, ve a su jefe entre algunos de sus compañeros atropellándose unos a otros tratando de ganar las escaleras que, como si fueran de arena, se desintegran bajo sus pies. Petrificada, no atina a moverse cuando una lámpara, al desprenderse del techo, la golpea con fuerza. Instintivamente se protege la cabeza con las manos, e intenta en medio del vaivén de los objetos, acurrucarse bajo su escritorio.
Pasan por su mente mil imágenes por segundo, rápida y consecutivamente como flashes de fotografía: Su familia, sus padres, su casa y amigos. En seguida, tras un impresionante estruendo, la oscuridad invade todo el lugar y una densa nube de polvo le dificulta la respiración. No puede gritar, su garganta está obstruida por el polvo y por el pánico. Sus párpados arañan sus ojos cubiertos de escombros y ya no intenta abrirlos. Ya no piensa nada más. Ya no siente nada más. Al instante, una opresión se manifiesta en todo su cuerpo y antes de que comprenda lo que sucede, la inconciencia, bendita, piadosa, en segundos se transforma finalmente en un silencio total.

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